Emprendimientos

“Para innovar no se necesita tener conocimientos, solo ganas de querer hacer las cosas”

Gan@Más

Redacción digital

redaccion@revistaganamas.com.pe

27 Diciembre, 2015 / 9:58 am

Reconocido por el MIT Technology Review, junto al BID, como uno de los mejores innovadores sociales de Centroamérica, coronándose como el mejor del año 2014, Brayan Salazar, natural de un pequeño pueblo llamado Pespire Choluteca, en Honduras, se presentó en Idear Soluciones, evento organizado por el BID, hace unas semanas, en la Biblioteca Nacional de Lima.

Brayan contó su experiencia desde que era niño, en que sus padres tuvieron que emigrar a la capital Tegucigalpa, a buscarse un mejor futuro. Él es autodidacta, apasionado por la electrónica desde pequeño, armando y desarmando cada juguete que caía en sus manos. “Mi padre me cuenta que cuando yo era un bebé me compraban juguetes pero yo, en lugar de jugar con ellos, trataba de desarmarlos para saber qué tenían dentro. Siempre fui muy curioso”.

La necesidad de ayudar

Brayan comentó que siempre fue una persona a la que le gusta ayudar a los demás, quizás por eso, cada vez que regresaba a su pueblo, a visitar a sus familiares, veía las carencias de la gente al no poder usar ningún aparato eléctrico, incluyendo celulares, por la falta de energía eléctrica. Veía que su pueblo era muy lindo de día, pero muy triste de noche y por eso decidió crear algo que ayudara a la gente.

Fue así que, con piezas de aparatos reciclados creó su primer circuito electrónico para generar energía eólica. “La idea, al principio, fue para ayudar a mi tía. Primero pensé en hacerlo de 0 a 12 voltios pero luego decidí adaptarlo de 0 a 35 voltios y por medio de un circuito electrónico hacer que la energía se rectificara y a través de un conector de usb salieran 5 voltios que es lo que se necesita para cargar un aparato móvil, por ejemplo”, dijo Brayan.

Idear soluciones 6

 

El camino

Se graduó como perito mercantil y contador público en el 2010 y en enero del 2011 ingresó a la academia naval para seguir la carrera militar con la intención de obtener la licenciatura en ciencias navales pero solo siguió hasta el segundo año por motivos económicos.

Al no poder estudiar buscó trabajo como guardia de seguridad, en el 2013, y como era su costumbre, los sábados trabajaba en su proyecto ya que no había mucha gente. “Un sábado, una señora que había estado tocando la bocina de su carro por largo tiempo y que yo no escuché por estar metido en mi circuito, lejos de molestarse conmigo me preguntó qué era lo que hacía. Le expliqué que estaba creando un circuito de energía eólica y me pidió que fuera a su casa al terminar mi turno porque estaba interesada. No sé si fue el destino o la casualidad, o que estuviera tan concentrado que no salí a abrir la reja, pero ese día conocí a mi mentora, la doctora Marian Mercedes Roca”.

El concurso

“Mi mentora me preguntó un día si estaba interesado en participar en un concurso de ciencia y tecnología promovido por la universidad de Massachussetts, MIT y le dije que sí. Enviamos la descripción del proyecto y les soy sincero que desde que comenzó el proceso de selección yo no creía en mí, ni en mi proyecto de innovación o que podría ayudar realmente a las personas”, dijo Brayan.

Luego recibieron un correo en el que les decían que el proyecto había sido seleccionado entre 150 proyectos de Centroamérica y además, de los 5 elegidos, el de Brayan había sido considerado como el proyecto innovador social del año, en el 2014. “Ese fue uno de los mejores días de mi vida, y me quedó algo muy claro: que los sueños se pueden lograr y no se deben dejar solo en la mente o en el papel, que las barreras no deberían existir en nuestras vidas, que la imaginación no tiene límites, los límites los ponemos nosotros mismos. Que la ciencia, tecnología y naturaleza pueden ir de la mano, que innovar no hace daño, el daño es la causa para poder innovar, que para innovar no se necesita tener conocimientos, se necesita ganas de querer hacer las cosas. Hay que practicar la innovación global aprovechando lo que está en nuestras manos, en nuestro entorno sin limitarnos”, refirió Brayan.

Los planes

Ahora, los circuitos que hizo los tienen: uno su tía, el otro su mentora y uno más que fabricó y que él conserva. “Me encantaría que este proyecto pueda llegar a más personas porque creo que todos nacemos con la vocación de servir y a mí me gustaría ayudar a que más gente se beneficie con energía”, dijo Brayan.

Por lo pronto, espera lograr fondos que le permitan seguir adelante con su proyecto y poder construir en serie.

Seguramente se oirá más de Brayan Salazar, innovador social que con solo 22 años está buscando hacer una diferencia en la gente de su país y por qué no, del resto del mundo que todavía vive y sueña…a oscuras.

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