El coro

24 Marzo, 2020 / 5:13 pm

El lugar menos esperado me sorprende con lecciones de liderazgo: el coro de la iglesia de mi barrio. Medio cumpliendo un sueño de niña, medio sanando un trauma artístico, en los primeros días de enero me animé a seguir la invitación de uno de los tenores para participar en los ensayos del coro de la iglesia.

Provengo de una familia altamente musical. Desde temprana edad disfruté del desprecio de los privilegiados por mis flojas cuerdas vocales con lo cual decidí callar para siempre. Hasta la fecha el único escenario que escuchaba mis tímidos intentos era la ducha. Pero esto es cosa del pasado. Mi deleite al escuchar mi contraalto arropado por el tapiz vocal del coro y al ser amonestada por los punzantes comentarios del jóven maestro es impagable.

Mi voz sin formación por suerte no es la única que flaquea. También los cuatro tenores tambalean durante las notas más demandantes de la partitura.

La paciencia del maestro es admirable. No suelta su propósito de enderezar la nota, aunque tenga que repetirla en el piano hasta que los sopranos aburridos ya voltean los ojos.

Mientras estudio al maestro poniendo en acción su artillería pedagógica, para sacar la máxima expresión artística de nuestro coro, queda evidente su calidad de líder. Por un lado es humilde: se las apaña con nuestros talentos poco prometedores.

Por el otro lado tiene una visión nítidamente definida de lo que quiere alcanzar vocalmente con nosotros. Nos transmite su visión para que sepamos a qué seguir, demanda nuestra presencia y expresión y nos corrige paciente e implacablemente.

Uno de los momentos más memorables fue escucharlo definir a cada registro vocal como una batería.

Exige que cada registro se exprese unido y al máximo, de manera que pudiera mantenerse firme frente a los demás registros. Los pobres tenores son los más amonestados.

El martes pasado dijo: tienes que representar completamente determinado tu registro como tenor porque si la batería del soprano se alza a cantar caerás como mosca si no estás bien plantado.

La labor que este jóven maestro emprende con nuestro elenco de barrio me hace acordar la labor de un líder en una empresa, que se las tiene que apañar con el equipo que hay y con dedicación extraer la excelencia que yace oculta en él.

¿Cómo lo logra el ejecutivo? Define claramente la visión que tiene de la empresa y del próximo proyecto, fortalece cada departamento de manera que unidos pueda operar con máximo impacto, refuerza los puntos débiles al demandar plena presencia y entrega de cada miembro y dedica cada gramo de su calidad de líder para fortalecer a la empresa en su totalidad.

Aunque el jóven maestro fomente a cada bateria de registro vocal de manera individual, el único fin de esta dedicación, es que el coro en su totalidad desempeñe lo mejor que pueda.

El único fin de su crítica es mejorar el resultado de la representación artística del coro, todo queda subordinado a este fin.

Cuanto más clara sea la visión del ejecutivo, más claro será capaz de comunicarla y fomentar el respectivo rendimiento. Además, debe considerar las habilidades de cada miembro del equipo y asegurarse que estén en su posición ideal. Queda evidente que un soprano intentando desempeñar la partitura del tenor sería de escasa utilidad para el coro y vice-versa.

A su vez cada miembro del equipo, teniendo la visión de la empresa en mente, sabe qué resultado entregar y cuánta dedicación ofrecer para que el respectivo fin se realice.

Cuánto más resuene con la visión de la empresa, más fácil será para cada uno rendir lo mejor de acuerdo a sus habilidades.

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Andrea Sydow

Consultora internacional en comunicación

Es consultora internacional en comunicación para desarrollar el liderazgo en emprendedores. Es coach certificada y facilitadora autorizada para impartir ceremonias y talleres de Perdón Radical en alemán, español, portugués e inglés.

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