Vivir es consumir

4 Marzo, 2015 / 5:44 pm

“En el siglo XXI, el cuerpo se aprecia reducido a su utilización como estrategia para incrementar el consumo, ya sea como instancia seductora o superficie potencialmente transformable”
Dra. María Nieves Alonso, literata

Vivimos en una sociedad del consumo. Consumimos todos los días, es inevitable. La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define ‘consumir’ como el “utilizar comestibles u otros bienes para satisfacer necesidades o deseos”, no suena a nada malo, ¿no? Como concepto no, el problema está cuando esta actividad se vuelve patológica y ‘consumir’ pasa a ser ‘consumismo’. Entonces, volvamos a la oración inicial: vivimos en una sociedad del consumo o, ¿en una sociedad consumista?

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En nuestra sociedad el modelo de bienestar se basa en la acumulación, mientras más tenemos, “mejor estamos”. La publicidad y el marketing son vitales para la industria consumista. Constantemente somos bombardeados (literalmente) con publicidad que nos induce a comprar, muchas veces a renovar, tal o cual producto. Estos anuncios, también llamados impactos publicitarios, se manifiestan a través de todos los canales disponibles: por Internet, televisión, cine, música, en la calle, en el transporte público, en supermercados, hasta en nuestra propia casa. Se decía que en los 70’s una persona recibía 500 impactos publicitarios al día, para el 2000 ya eran 5000 y para el 2012 un estudio señalaba 20 mil anuncios diarios por persona. Ahora ya algunos afirman 30 mil. Lo que buscan los anuncios, casi siempre, es convencernos de que el producto que ofrecen nos ayudará a ser más felices y, por ende, a vivir mejor (aunque no necesitemos el producto).

Entonces, nuestra sociedad es consumista porque todo el sistema está diseñado para hacer que consumamos más y más innecesariamente. Pero, ¿qué hay de nosotros? Nuevamente la RAE nos saca de apuros y define ‘consumismo’ como la “tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios”. Por lo tanto, si cambiamos de celular cada vez que sale un nuevo modelo, o de auto cada año solo porque podemos hacerlo ¿somos consumistas?

¿Realmente necesitamos lo que compramos? No, no todo al menos. La mayoría de nuestras compras son excesos innecesarios, somos consumidores inmoderados porque consumimos en exceso. En este sentido, se podría decir que somos consumistas porque consumimos inmoderadamente pero, hay grados de consumismo. Muchos de nosotros somos consumidores inmoderados pero no somos consumistas extremos de los que se endeudan por comprar el último iPhone o calman sus penas comprando ropa. Entonces, ¿cuál es el problema?

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Ciertamente, mientras llevemos unas finanzas saludables y no nos afectemos a nosotros mismos ni a nuestro entorno, no encuentro inconvenientes con consumir sin necesitar. Si quiero un nuevo teléfono y puedo comprarlo, a pesar de que no lo necesito, sin arruinarme financieramente pues, bienvenido sea. Se llama disfrutar del dinero. Claro, eso no significa que voy a comprar por comprar, hay que ser consumidores inteligentes y establecer un orden de prioridades para saber dónde destinar mejor nuestros ingresos.

Lamentablemente, este no es el denominador común. El último Reporte de Estabilidad Financiera del BCR (noviembre 2014) señaló que, para setiembre del 2014, eran más de 2.5 millones de peruanos que tenían deudas de tarjetas de crédito en el sistema financiero y estas representaban más de 14 millones de soles. Casi medio millón de clientes tenían deudas con 3 o más entidades financieras, en promedio la deuda era de 15 mil soles por cliente. Las cifras indican que muchos peruanos compran con dinero ficticio que después no pueden devolver y es cuando empiezan los problemas.

Justamente, en nuestra sociedad actual, algunos se sienten obligados a seguir consumiendo/comprando para no perder aprobación social y mantener su “estatus” lo que hace que caigan en un círculo vicioso del consumo del cual es muy difícil salir. Además, al ser consumistas apreciamos menos lo que compramos y no valoramos el dinero.

Otro punto en contra es que el consumismo remarca más las brechas entre clases sociales. Un terno de mil soles no es igual a uno de cinco mil dólares; por lo mismo, los hombres que visten los trajes tampoco. Son de distintas clases sociales. Uno tiene más dinero que el otro por lo que es más apreciado como consumidor y, para las empresas, vale más.

Pero, al final de cuentas, es tan cierto que somos consumistas como el mundo es capitalista. La idea es serlo moderadamente, si bien podemos estar influenciados por la publicidad y el marketing debemos decidir, antes de comprar, si es que realmente vale invertir el dinero en lo deseado y no tenemos compromisos de pagos pendientes. Eso es ser consumidores inteligentes.

Probablemente a muchos, me incluyo, nos asuste ser consumistas pero, valgan verdades, nos gusta.

Disclaimer: Las ilustraciones que acompañan el artículo pertenecen al artista gráfico español Luis Quiles.

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Oscar González Romero

Abogado por la PUCP

Abogado por la PUCP, con especialidad en Derecho del Trabajo y la Seguridad por la PUCP, en Gestión Empresarial e Innovación por la Universidad Pacífico y en Gestión de la Diversidad e Inclusión por la Universidad Stanford.

Mi experiencia se concentra en la gestión de relaciones laborales y programas de gestión de desarrollo del talento y sostenibilidad. Me encuentran en Twitter como @OscarGonzRom.