¡Feliz día del campesino!

16 Junio, 2016 / 10:22 pm

¡Este 24 de junio celebramos en nuestro país el Día del Campesino! Esta fecha es una forma de homenajear y agradecer a los campesinos y población indígena que tanto hacen por nosotros, nos alimentan, y a quienes retribuimos tan poco. De hecho, esta festividad recuerda también la promulgación de la fallida Ley de Reforma Agraria de Velasco (24/6/1969) que expropió tierras a los latifundistas para dárselas a quienes las trabajaban.

Desde la Colonia, han existido siempre dos grandes grupos: los indígenas y los no-indígenas. Y la relaciones entre ambos han ido variando. El antropólogo Richard Chase Smith en su libro Las comunidades nativas y el mito del gran vacío amazónico (1982) realiza un recuento histórico de las relaciones entre ambos grupos. Naturalmente estas empezaron cuando los europeos llegaron a colonizar América (1492) para extraer el oro y plata. Fueron los conquistadores quienes crearon la categoría de ‘indígena’, reduciendo en ella a cientos de naciones históricamente diferenciadas. Posteriormente, con el surgimiento de la ideología del liberalismo y la revolución norteamericana (1783) y francesa (1789), se gestan las ideas independentistas en las colonias españolas en América, el Perú incluido.

Sin embargo, una vez que se logra la Independencia del Perú (1821) el carácter colonial de las estructuras sociales y económicas no se transformó. En la nueva República, la unidad continuó siendo inexistente e imposible por la estratificación social. Esta es la tesis marxista en torno a la Independencia del Perú, defendida por Heráclito Bonilla en su libro Metáfora y realidad de la Independencia en el Perú (1972).

En la línea de la referida desigualdad, escribe Chase Smith, las intenciones de los libertadores, José de San Martín y Simón Bolívar, por incluir al indígena como ciudadano y propietario no fueron respetadas. “Los indígenas siguieron siendo indígenas a los ojos de los no-indígenas”. Lo que es peor, surge una nueva justificación para la dominación de los indígenas por parte de las élites criollas. Las líneas de separación estarían trazadas a partir de criterios económicos, legales, raciales y culturales.

A mediados del siglo XIX, las teorías evolucionistas raciales y culturales añadieron nuevos rasgos a la relación entre indígenas y no-indígenas. La más importante de dichas teorías fue la del racismo científico, que tuvo a Clemente Palma, en su vertiente más radical, como máximo exponente en el Perú.

Palma, en su libro El porvenir de las razas en el Perú (1987), sostiene que el Perú está condenado por la biología y se lamenta de que no hayamos sido conquistados por los ingleses, una raza más trabajadora que la española. Argumenta que la historia ha demostrado que ni la raza india, negra o china nos conducirán al desarrollo. A este solo llegaremos a través del mestizaje y, ya que es nuestra única salvación, las políticas estatales deben buscar atraer migrantes europeos. Llega incluso a escribir que la solución ideal sería el genocidio pero ello es inviable ya que los indígenas constituyen mayoritariamente la mano de obra peruana. Racismo en su vertiente más radical.

En este sentido, Chase Smith sostiene que el hecho de que los indígenas fueran vistos como menos evolucionados y menos civilizados que quienes los dominaban (y por lo tanto, merecían su dominación) fue justificado con esta nueva base científica –el racismo científico–, legitimada por los círculos académicos europeos. “El racismo y la discriminación cultural se convirtieron en aspectos importantes de las relaciones entre indígenas y no-indígenas”

Afortunadamente, la historia demostró que la teoría del racismo científico era errónea. La raza no hacía a la persona ni más ni menos y no justificaba su dominación. No obstante, surgió un nuevo criterio para justificar la dominación del indígena. No era por la raza que el indígena era inferior, sino por la cultura. Por lo tanto, el indígena debía ser guiado y protegido. La relación indígena/no-indígena fue similar a la de hijo/padre. El indígena fue visto como un niño que no puede decidir sobre asuntos políticos, sobre el uso de sus recursos y sobre su propio destino, son los padres –la civilización avanzada– quienes deben decidir lo mejor para él.

Sin embargo, no todo está perdido, sostienen quienes defienden esta nueva justificación para la dominación. Con una dosis apropiada de educación, esfuerzo y disciplina, la situación indígena podría mejorar y estos podrían “integrarse políticamente a la estructura dominante del Estado, incorporarse al modo de producción dominante y asimilarse a lo que el grupo dominante elija para llamar la ‘cultura nacional’”.

Lamentablemente estos intentos por justificar las relaciones de dominación de los indígenas por parte de los no-indígenas no son ajenos a nuestra realidad actual. Hay muchas personas aún que siguen considerando a la raza y/o cultura indígena como inferior a la suya. Ciertamente hay avances en la igualdad, el Convenio nro. 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y la Ley de Consulta Previa en el Perú son ejemplo de ello. Pero si de algo se puede estar seguro es que aún falta mucho camino por recorrer. A pesar de todo, ¡feliz día del campesino!

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Oscar González Romero

Abogado por la PUCP

Abogado por la PUCP, con especialidad en Derecho del Trabajo y la Seguridad por la PUCP, en Gestión Empresarial e Innovación por la Universidad Pacífico y en Gestión de la Diversidad e Inclusión por la Universidad Stanford.

Mi experiencia se concentra en la gestión de relaciones laborales y programas de gestión de desarrollo del talento y sostenibilidad. Me encuentran en Twitter como @OscarGonzRom.