Si sí contamos, ¿por qué no cambiamos?

20 Octubre, 2016 / 7:30 am

Los contadores contamos. Contamos en lo que hacemos cotidianamente en el ejercicio de la profesión, y también porque juntos somos más importantes. Se estima que en el Perú seamos más de 200,000 contadores, entre públicos colegiados y técnicos contables, los cuales asistimos a la gran mayoría de los cerca de 7.2 millones y 500 mil RUC activos de personas naturales y jurídicas, respectivamente, en el registro, teneduría y reporte, de sus transacciones financieras.

En el Perú, el ejercicio comercial coincide con el ejercicio tributario y es de un año, y se inicia el 1 de enero y finaliza el 31 de diciembre, con la consecuencia de que el mayor volumen de trabajo -si bien pasible de eficiencias previas a la fecha de corte anual-, indefectiblemente acarrea que todo el Perú cierre y reporte sus estados financieros con posterioridad a una única fecha, resultando en un enorme embudo de carga laboral que recarga innecesariamente el trabajo de quienes lo elaboran y de quienes se sirven de esta información para reportar y tomar decisiones, abonando incluso a la coincidencia anual y casi general de las fechas de las Juntas Generales de Accionistas, e impactando además en los tiempos de Directores y Accionistas que ven también comprometidas sus agendas por su participación en múltiples directorios, “esto ocurre en todas las empresas, a la vez”.

En contraposición, se debería procurar que las empresas y negocios puedan elegir libremente el mes en el que desearen realizar su cierre anual comercial y fiscal, como se hace en las principales economías desarrolladas tales como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Suiza, por citar algunas. En el Perú, una buena opción podría resultar tener la libertad de optar por efectuar dicho cierre escogiendo un trimestre cerrado a los meses de marzo, junio, setiembre o diciembre de cada año.

Una modificación de esta naturaleza traería modernidad a la administración privada y pública, reflejaría en forma oportuna, cierta y veraz, el verdadero ciclo natural de los negocios (¿qué saben los activos biológicos del agribusiness, aún con la aplicación que la NIC41 intenta normalizar, de un corte al 31 de diciembre, que suele ser diferente al de su ciclo natural de vida?), mejoraría la calidad de la información financiera, con más tiempo analizada, haría más eficientes sus costos de elaboración, por la hoy temporalmente coincidente máxima ocupación del talento contable en todo el Perú, facilitaría la labor de la fiscalización de la autoridad tributaria al distribuir y poder programar mejor la capilaridad procedimental de su revisión y permitiría que las empresas y negocios paguen sus impuestos en épocas del año coincidentes con la mayor liquidez y con el resultado de sus operaciones anuales y ciclos económicos adecuadamente registrados.

Lo anterior si bien es importante, puede resultar aún poco argumento a favor versus dos beneficios fundamentales:

1) Con la creciente complejidad del registro y reporte de las transacciones económicas en la contabilidad -impactadas por la constante dinámica cambiante de las NIIF-, el tiempo insumido en el análisis y consulta, previos al adecuado registro contable, impacta hoy en el apropiado balance de vida entre la carga laboral y el tiempo personal del contador, y de quienes hacen uso de la información producida: cada vez se trabaja más, con largas jornadas y, en lugar de poder espaciar mejor el total de ese trabajo durante el año, la situación normativa descrita lo agrava.

2) El cambio también nos haría un país más atractivo a la inversión, puesto que los potenciales inversionistas con cierres corporativos distintos al 31 de diciembre, tendrían la oportunidad de hacer coincidir su cierre local con su cierre corporativo, con simplificación de su carga administrativa, mejor calidad de su información y ahorros: esto constituiría un elemento adicional de mayor competitividad nuestra a favor en su decisión de invertir en el Perú por sobre otros países.

Entre los sectores que claramente se beneficiarían de esta norma podemos mencionar a los de agribusiness, pesquería, turismo, consumo masivo, retail, textil, minería, petróleo, servicios y todos aquellos sectores cuya estacionalidad hoy no permite recoger, de inicio a final, su ciclo de operaciones anuales bajo el cierre de sus ejercicios al 31 de diciembre.

Este cambio beneficiaría no solo a aquellos que laboran en el área contable, sino también a aquellos que laboran en las áreas financieras, de operaciones, de recursos humanos, de sistemas, entre otras, requeridas por el cierre contable anual.

El que las empresas tengan la opción de adecuar sus cierres, comercial y fiscal, a su ciclo natural de negocios, les daría a sus colaboradores la oportunidad concreta de poder pasar más tiempo con sus respectivas familias y amistades, además del propio, otorgado por las empresas y organizaciones en general, teniendo además un impacto muy positivo en sectores de mayor demanda estacional como los de turismo, entretenimiento y servicios, incrementándolos de inmediato, además de sumar a una mejor Felicidad Nacional Bruta (Wangchuck), sobretodo por el impacto en el ámbito del Uso del Tiempo.

Esta modificación también traería beneficios para el Estado pues permitiría que disminuyese la carga administrativa estacional del pago de regularización (anual) del impuesto a la renta, principalmente concentrado al cierre del primer trimestre, al poder existir 4 trimestres como opción de cierre anual en lugar de 1 solo, y le daría a los reguladores mayores plazos para efectuar una revisión profunda de la información recibida. Así, un cambio de esta naturaleza ayudaría a promover la transparencia del mercado, a tener más tiempo para la revisión, análisis y supervisión, y a combatir la evasión fiscal y el lavado de activos.

El cambio aquí descrito está alineado con la visión de país que queremos tener en el presente; un país que promueva la inversión privada y que atraiga capitales, y que acompañe estas responsabilidades con facilidades al servicio de sus ciudadanos, que se ponga en los zapatos de cada uno y que trabaje para resolver sus problemas diarios, mejorando su calidad de vida. En el Perú, ya en 2011, el CPC Óscar Caipo Guerrero manifestó su liderazgo para llevar a cabo una iniciativa de cambio similar.

La norma actual responde a una visión de trabajo tradicional y de coincidencia de tiempos entre el año calendario terminado y el año comercial y fiscal, que debe dejar su lugar a la modernidad de poder apoyarse en sistemas y procesos nuevos, repercutiendo positivamente en un mayor bienestar social a través de un conveniente equilibrio anual del actual mayor momento de exigencia profesional del contador. Mayor atracción hacia estudiar la carrera contable y la necesaria actualización ante los numerosos y constantes cambios normativos, una mayor atracción y mejor retención de los colaboradores, por parte de la empresa, que tuviesen un ejercicio comercial y tributario acorde con su propio ciclo económico y diferente al año calendario, y la atracción de la inversión hacia un Perú moderno, son algunas de las razones planteadas. Toca a las instituciones, gremios, Estado y
personas, dialogar y ponerse de acuerdo en los detalles de cómo concebirlo, pues los contadores contamos.

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EY

EY (antes Ernst & Young) es la firma líder global en servicios de auditoría, consultoría, impuestos, transacciones y finanzas corporativas.

En Perú, Paulo Pantigoso, Country Managing Partner, lidera un equipo multidisciplinario que combina la fortaleza de una firma global, y el conocimiento local, para brindar soluciones a la medida de un mercado diverso y en crecimiento.

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