¿Quién es tu cliente?

20 Julio, 2017 / 10:37 pm

Para conocer a tu cliente tienes que conversar con él. Tomarte el tiempo para entender qué teme, qué desea, qué ama, qué le frustra.

En tiempos pasados toda tu ropa estaba hecha a tu medida. Por tu madre, por tu tía, por el sastre del barrio. Tomaban tus medidas, elegían contigo el género, el color y el corte que mejor íban con el color de tus ojos y con tu porte. Te probabas el primer corte y pedías que te lo ajustaran un poco por aquí y que lo alargaran un poco más por allí. Hoy entras a una tienda en la cual nadie te conoce. Encuentras allí para elegir miles de camisas y trajes cosidos en algún lugar remoto por personas a las que nunca viste y que nunca te vieron. Esta persona jamás tomó tu medida ni nunca vio el color de tus ojos ni de tu piel para luego elegir contigo lo que mejor te queda. No conoce tu nombre, ni tu color favorito, ni cuanto aire gastas al caminar. Detalles tan importantes.

En este estado de desconocimiento y anonimato se encuentra la mayoría de nuestro mercado global. ¿Conoces el nombre de la persona que cuidó y ordeñó la vaca para que tomaras tu café con leche? Hubo tiempos que salías con un jarro en la mano y bajabas la calle para ir a buscar la leche del campesino que vivía al final del pueblo. Si eras curioso entrabas en el establo para mirar a las vacas y sentir el olor agreste. Sabías de qué gallinero venían los huevos y de qué huerto la fruta y verdura que tu madre te preparaba. Hoy entras a un supermercado de aspecto clínico con alimentos ordenados metódicamente por su función y durabilidad que jamás viste crecer. En el mercado no eres tú el centro de la atención, lo es la logística. Nadie conoce tu plato favorito. No sabes nada del orígen de los alimentos ni de quién los cultivó y bajo qué condiciones.

Este estado de anonimato nos empobrece. No propongo aquí a que volvamos a buscar a pie nuestra leche y nuestros huevos del campesino del pueblo. Lo que sí propongo es volver a despertar y cultivar relaciones más vivas y menos estériles con las personas con las que interactuamos económicamente. ¿Sabes qué es lo que tu cliente ama de tu producto? ¿Sabes qué problema le estás solucionando? ¿Sabes qué le frustra de tu producto y qué desearía que fuera diferente? ¿Trataste de enterarte? Y no me refiero a encuestas realizadas por anónimos institutos que no respiran ni una gota del espíritu de tu empresa.

Me refiero a que te tomes un tiempo para pensar qué puedes hacer tu mismo en persona para establecer una relación genuina con tu cliente. Ganarás información imprescindible para seguir prestando un buen servicio. Haz una lista de tus clientes con los que puedes hablar por teléfono o hasta irte a tomar un café. Lleva tres preguntas en el bolsillo:

  1. ¿Qué funciona bien de tu producto?
  2. ¿Qué no funciona y le frustra?
  3. ¿Qué le gustaría que cambiara en el producto para satisfacerle?

Con estas preguntas exploras el campo en el cual tus productos cobran vida y son utilizados. Si escuchas muy atento durante tu conversación con tu cliente, obtendrás un sinfín de informaciones a las que antes no tenías acceso. Generarás nuevas ideas desde las cuales puedes crear mejores o nuevos servicios.

Pero además recibirás algo más, que es impagable: calidad de vida. Nada más enriquecedor que un diálogo en vivo y creativo. La calidad de vida no se genera con recursos materiales. Se genera con calor humano.

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Andrea Sydow

Consultora internacional en comunicación

Es consultora internacional en comunicación para desarrollar el liderazgo en emprendedores. Es coach certificada y facilitadora autorizada para impartir ceremonias y talleres de Perdón Radical en alemán, español, portugués e inglés.

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