El ADN del emprendedor creativo

29 Agosto, 2016 / 11:49 pm

En el sillón de mi consultorio toman asiento empresarios, artistas, médicos y profesores enfrascados en confusión. Algunos llegan desesperados por no lograr encontrar la salida a su conflicto. Están cansados, tensos. Lo que hacen y como viven ya no lo disfrutan con alegría.

En un estado de confusión es casi imposible encontrar salidas y generar conceptos que creen soluciones. La buena nueva es que donde hay confusión siempre existe implícitamente la posibilidad de generar salidas. Obsérvese que he dicho generar salidas, no encontrar salidas. Hay una actividad interior y creativa en cada ser humano, que es capaz de generar caminos y soluciones desde un lugar que antes tan sólo parecía ser oscuro, confuso y sin salida. Considerando un par de pasos sencillos, es posible generar la claridad tan anhelada y necesaria para avanzar en la dirección acertada.

Primero hay que tomarse el tiempo y el respiro para nombrar el problema y definirlo detalladamente. Solo así es posible comenzar a entender su dinámica y reconocer los actores y factores que participan en él.

Luego habrá que encontrar el primer punto del problema que está claro y animarse a decir la verdad. Hay que animarse a nombrar las cosas por su nombre: – Esto no funciona (más), no me gusta el rol que estoy asumiendo, me siento decepcionado por el rendimiento de mi socio, esto no coincide con mi ética de emprendedor. En la mayoría de los casos se reconoce de inmediato el grano del problema pero se teme formularlo con la necesaria claridad por miedo a las consecuencias: Volver a tomar las riendas en las manos, separarse, llevar a cabo aquella conversación tan incómoda y temida, demandar los resultado prometidos, quitarle el cargo a alguien que abusó de su poder o amonestar a alguien por su pésimo rendimiento y comportamiento.

Los pasos de este proceso aparentemente incómodo son sumamente liberadores. Devuelven el espacio a un proyecto y a las personas involucradas para que puedan respirar nuevamente con soltura en un ambiente despejado.

Para concluir, en un tercer paso, hay que definir cómo quiere uno sentirse al realizar sus proyectos. Se suelen definir presupuestos, fechas de entrega, licencias, permisos, proveedores y otros detalles, olvidándose que todo esto se realiza, se implementa, se desarrolla en el día a día. En el cotidiano se va uno a la oficina, a la sala de conferencias, al consultorio, realiza llamadas, compra materiales, entrega productos y servicios. Fácilmente se olvida plantearse: ¿Cómo quiere uno sentirse mientras ejecuta los pasos que llevan a la realización de un proyecto? Debería uno preguntarse: ¿Cómo quiero sentirme al llegar a mi lugar de trabajo? ¿Libre, inspirado, con ganas de emprender y crear? ¿O estresado, desconcentrado y abrumado por las tareas que me toca realizar? Cuando hablo con clientes o con el equipo ¿qué atmósfera quiero crear? ¿Un diálogo respetuoso y cooperativo? ¿O un diálogo estresante, cargado de reproches e insatisfacción?

Toda dinámica comienza con uno mismo. Es imposible crear un ambiente afectuoso y creativo, si por dentro se libran batallas contra rencores y prejuicios. El más leve aleteo de una mariposa repercute en la vibración de la atmósfera por la cual se mueve. No hay pensamiento ni acto que quede sin repercusión.

Hay que cuestionarse sobre lo que uno quiere aportar a su entorno familiar, empresarial o social. ¿Vitalidad y creatividad en pro del bien común? ¿O una carga de prejuicios y conflictos? A la larga, como sociedad, se gana más con aportes que enriquecen el entorno en vez de envenenarlo y erosionarlo. Cada ser humano lleva en su ADN la capacidad de generar soluciones. Tan sólo necesita las herramientas y preguntas adecuadas.

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Andrea Sydow

Consultora internacional en comunicación

Es consultora internacional en comunicación para desarrollar el liderazgo en emprendedores. Es coach certificada y facilitadora autorizada para impartir ceremonias y talleres de Perdón Radical en alemán, español, portugués e inglés.

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